¿Qué crees que pretende la ley que hará obligatorio celebrar la II República?
Es la pregunta que ayer se realizó para la encuesta del día en "La Linterna", de la COPE.
Las opciones para responder eran:
a) Hacer oficiales las tesis de 4 historiadores revisionistas
b) Imponer el olvido de las víctimas de la República en manos de las izquierdas
c) Es una excusa más para tildar al PP de franquista y sacarlo del sistema
d) Enterrar en propaganda el golpismo del PSOE en ese periodo
y esta fue la lapidaria respuesta de los oyentes:
Evidentemente, los oyentes siguieron una lógica zapateril implacable. Si se reivindica a la II República, se da un salto hacia atrás, por el cual se deslegitima no sólo al período franquista, sino también a la transición. Y ese sería el objetivo: deslegitimarla para entroncar directamente con el único gobierno que Rodríguez Zapatero y todo el rojerío patrio reconocen como único gobierno legítimo y deseable: el de la II República.
Independientemente de lo que puedan decir los historiadores oficiales, los "revisionistas" y los "re-revisionistas", la única realidad es que la guerra está pasada y terminada, y sólo forma parte de la vida de los abuelos de los que hoy están pensando en su jubilación.
Lo que no se dan cuenta estos rencorosos de la izquierda -que viven anclados en un pasado que los frustra enormemente- es que entre 1936-39 y el día de hoy hay más de 75 años, en los que murieron todos los actores de la guerra civil, salvo el doctor "horroris causa" Santiago Carrillo -al que no deben quererlo ni siquiera en el infierno-, además han nacido 3 generaciones de españoles que no han vivido la guerra, y que son "mestizos" en la mayoría de los casos de las llamadas "dos Españas".
¿Cuál es el sentido de desenterrar odios pasados que forman parte de la historia, y que ya no nos pertenecen?
La única explicación posible es llevarnos de regreso a 1936, a través de soliviantar los ánimos de la sociedad reviviendo temas tan dolorosos y siempre demonizando sólo a una parte contendiente -la vencedora-, e ignorando el Pacto de la Moncloa que tuvo por finalidad cerrar las heridas de la guerra y posibilitar la transición para evitar que pudiera volver a repetirse otra guerra civil.
Pues estos ignorantes de la historia, imbuidos de un rabioso sentido de vendetta extraviado, llevan 2 años aplicados en cuerpo y alma a llevarnos a ese siniestro viaje en el tunel del tiempo.
En ese forzado viaje, estamos viendo como vuelven a intentar de nuevo echar de la vida pública al único partido de oposición - el PP-, como en el siglo pasado ayer lo fuera el partido monárquico. La descalificación permanente de los políticos del PP, la detención ilegal de sus militantes, la marginación de la vida política a través del Pacto del Tinell, nos lleva a pensarlo.
José Calvo Sotelo decía en las Cortes el mismo año en que fue asesinado:
"España padece el fetichismo de la turbamulta, que no es el pueblo, sino que es la contrafigura caricaturesca del pueblo. Son muchos los que con énfasis salen por ahí gritando: «¡Somos los más!» Grito de tribu --pienso yo--; porque el de la civilización sólo daría derecho al énfasis cuando se pudiera gritar: «¡Somos los mejores!», y los mejores casi siempre son los menos.
La turbamulta impera en la vida española de una manera sarcástica, en pugna con nuestras supuestas «soi disant» condiciones democráticas y, desde luego, con los intereses nacionales. ¿Qué es la turbamulta? La minoría vestida de mayoría. La ley de la democracia es la ley del número absoluto, de la mayoría absoluta, sea equivalente a la ley de la razón o de la justicia, porque, como decía Anatole France, «una tontería, no por repetida por miles de voces deja de ser tontería». Pero la ley de la turbamulta es la ley de la minoría disfrazada con el ademán soez y vociferante, y eso es lo que está imperando ahora en España; toda la vida española en estas últimas semanas es un pugilato constante entre la horda y el individuo, entre la cantidad y la calidad, entre la apetencia material y los resortes espirituales, entre la avalancha brutal del número y el impulso selecto de la personificación jerárquica, sea cual fuere la virtud, la herencia, la propiedad, el trabajo, el mando; lo que fuere; la horda contra el individuo."
Evidentemente, Rodríguez Zapatero y sus compinches no han aprendido nada. Nada de nada. Non, rien de rien.
Poco antes de ser asesinado por la guardia personal de Prieto, José Calvo Sotelo escribía:
«La España cristiana, mi España querida, se despereza por fin. Comprende la grandiosa culpa de su pasividad suicida y se apresta a redimirse con la pujanza histórica de su raza Surgirá pronto una santa rebelión de todos los elementos nacionales encuadrados disciplinadamente en las fuerzas armadas, capaz por su resistencia, por su valor y su sacrificio de exterminar el marxismo, de salvar nuestra cultura, de restablecer en las costumbres públicas las virtudes cristianas y de armonizar en convivencias de amor y de justicia equitativa las distintas profesiones y clases sociales. Pero esto ha de ser con la ofrenda a Dios y a la Patria de sacrificios dolorosos de comodidades y haciendas, de auxilios a los luchadores en filas, porque sus vidas salvarán la Patria y el honor de todos».
En las palabras de José Calvo Sotelo sonó entonces una profecía. ¿Sonará hoy también? Esperemos que la reacción de la sociedad y de los sectores sensatos del socialismo llegue antes de que sea muy tarde, y la profecía de entonces vuelva a ser "profética".
Y que me llamen facha si quieren...
2 Comments:
fachas rabiosos y apestosos
realmente profético lo de Calvo Sotelo.
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