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domingo, diciembre 11, 2005

Crónica de un homenaje anunciado

Recién llego a casa desde Zaragoza, donde asistí a la misa en homenaje a las víctimas del terrorismo, al cumplirse el 18º aniversario del atentado contra la casa-cuartel de la Guardia Civil, en el que perdieron la vida 11 personas, de las cuales 6 eran niños.

No pude evitar un dejo de tristeza al ver que la asistencia no fue tan numerosa como la ocasión lo reclamaba. La Misa, no obstante, fue muy sentida. No podía dejar de pensar en todos esos pequeños que murieron ese día en el salvaje atentado, imaginando que hoy serían jóvenes de veintipocos o veintimuchos años. La idea de que hoy estarían terminando sus carreras universitarias, luchando por conseguir el primer empleo, agobiados por el pago de la letra de su primer piso, felices de haber encontrado al amor de sus vidas, o tal vez siendo padres por primera vez, frente a la realidad de que sus vidas fueron cruelmente tronchadas, y sus esperanzas y sueños desvanecidos para siempre, atenazaba mi garganta.

Por momentos sentía el calor de los asistentes, apoyándose el uno al otro, compartiendo un dolor común que, 18 años después, sigue presente horadando sus almas.

Pero lo que más me dolió fue ser testigo de la frialdad con que la sociedad civil a veces trata a las víctimas, mostrando una indiferencia frente a un dolor que debería ser de todos.

Y más aún, lo más terrible ha sido el desprecio de un gobierno que -siendo el de todos y debiéndose a todos los españoles- ha preferido sentarse a "dialogar" con los asesinos en lugar de estar al lado de las víctimas y confortarlas.

Hoy sentí una vez más el desamparo al que el gobierno de España ha condenado a las víctimas de ETA, un desamparo y un ostracismo que no merecen, y del que todos nosotros -los ciudadanos españoles- debemos rescatarlos.

San Agustín decía "opus iustitiae pax", o "la paz es el efecto de la justicia". Ninguna paz puede fructificar de una injusticia flagrante como la que se está cometiendo al olvidar a las víctimas del terrorismo, mientras se "dialoga" con los asesinos y se cede a todos sus chantajes.

Sólo a través de la justicia podremos alcanzar la paz. Es un imperativo moral ineludible.


Baby

 

 

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