El manifiesto de Sol

Ayer, junto con decenas, cientos de miles de españoles, estuve presente en la Puerta del Sol, para manifestar mi apoyo irrestricto a la Constitución de 1978.

A pesar de las previsiones meteorológicas de posibles lluvias, un cielo azul y un cálido sol nos cobijaron a todos. A los que hicieron un viaje corto, y a los que viajaron durante toda la noche.

Fue una manifestación extraordinariamente grata. Todos unidos bajo un mar de banderas españolas, al grito de una sola palabra: "¡España!".

La lectura de 19 artículos de la Constitución por parte de 19 representantes de cada comunidad o ciudad autonómica, fue sencillamente sobrecogedora. Una especie de "misa laica", en la que se leyó "la biblia laica", que es la Constitución española, la Constitución de todos. Cada artículo leído nos hacía vibrar de emoción. La lectura solamente era interrumpida por los aplausos a las sabias palabras que los padres de la Constitución plasmaron hace 27 años, dándonos el marco legal que ha permitido que España saliera de la chatura provinciana de la post-guerra, para insertarse de lleno y por pleno derecho en el Siglo XXI.


El discurso de Mariano Rajoy es impecable, desde la primera palabra hasta la última. Es más, es imprescindible. Hoy más que nunca necesitamos líderes que hablen claro, que sean firmes. Que no cedan a la demagogia destructiva que se ha apoderado de la Moncloa. Que estén sinceramente comprometidos con el presente y con el futuro de España. Una España para todos los españoles.

Frente a esta demostración de civismo, de compromiso ciudadano con la Carta Magna, se escuchan las vocinglerías de aquellos que desprecian el orden legal cuando este se interpone en su camino. Y no cejan en su empeño de destruirlo si conviene a sus inconfesables y espúreos intereses.

No importa. Que ladren. Mientras sigan existiendo en España ciudadanos como los que ayer fueron a la Puerta del Sol, hay esperanza. Mucha esperanza.