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jueves, abril 06, 2006

Primero las naciones y después los cantones... ¿quién da más?

Aquí os dejo este interesante artículo de Aniago Gago para El Semanal Digitalque describe crudamente lo que se nos viene.


Primero las naciones y después los cantones... ¿quién da más?

La lógica del nacionalismo es muy difícil de detener. Canarias, Castilla y León, Andalucía o Galicia reúnen los mismos requisitos que han guiado la redacción del Estatut.



Los canarios también quieren ser nación. Y ¿por qué no? ¿Acaso no tienen historia larga y llena de identidad? ¿No eran los guanches el pueblo primitivo de las islas afortunadas? Sin duda una comunidad histórica donde las haya, a lo que se debe añadir una circunstancia geográfica bien definida y un idioma muy peculiar: el canario, que es un castellano simpático y lleno de acento singular. O sea, Canarias, una nación, igual que Cataluña, como mínimo.

Y ¿por qué no puede ser una nación también Castilla y León? ¿Acaso no tiene historia? ¿O tal vez resulta que le falta idioma propio? Pues que yo sepa el castellano lo hablan más de 400 millones de personas. Para empezar fue embrión y base de un imperio, el que descubrió el Nuevo Mundo, ese que sirvió, entre otras cosas, para que los botiguers catalanes pudieran vender productos de las colonias, los llamados ultramarinos, o sea, de más allá del mar. Ese mar que superó Colón gracias al dinero que pusieron valencianos, castellanos y andaluces. Lo dicho, Castilla y León no tiene historia.

Y ¿qué decimos de Andalucía? ¡Pero si en el momento en que uno cruza Sierra Morena se percata de que es algo especial, singularísimo! De momento es la tierra de María Santísima, que ya es tener título. Blas Infante lo tuvo claro. Manuel Chaves ahora no se aclara mucho porque le tienen entretenido los "minoyes" de Marbella. Pero seguro que Andalucía también será definida como nación.

¿Y Galicia? Anxo Quintana dice que ya empieza con los suevos, lo que al embajador en el Vaticano, Paco Vázquez, le parece una tontería. Pero los nacionalistas gallegos ahí están cogobernando Galicia, y ya sea sabe que los nacionalistas cuando tocan poder empiezan a extender la red del voto cautivo y terminan quedándose con la parroquia.

Que se lo pregunten a los socialistas en el País Vasco, que dejaron subirse al carro al PNV y éstos ya no se han bajado nunca. Es más, puede que superen al PRI mexicano de los mejores tiempos.

En España si algo tenemos es sol, idiomas y naciones. Todas históricas a más no poder. Donde no estaban los fenicios, caso de Cataluña, andaban los romanos, cuando no los musulmanes y así hasta una lista más larga que la de los reyes visigodos. ¿Tantas naciones caben en una? ¿Se pueden hacer cosas de tanto calado, como lo del Estatuto de Cataluña, con media España en contra? Yo no sé si José Luis Rodríguez Zapatero ha acertado o no en el fondo con lo del Estatuto catalán, eso lo dirá el tiempo, pero lo que sí está claro es que las formas, el sistema empleado y la aprobación en el Congreso de los Diputados por sólo el 54% de los votos no ha sido algo ejemplar.

Con razón o sin ella, Zapatero ha transmitido la impresión de que se ha vendido a los votos del Tripartito, y ese no debe ser nunca el modo de proceder del presidente de todos los españoles; de todos. No soy catastrofista, y no quiero creer que esta España, en estos tiempos, se vaya a romper como vaticinan voces apocalípticas, pero las cosas se están complicando. Porque después de las comunidades autónomas convertidas en nación, entre ellas el País Vasco (no sé si con Navarra o sin Navarra), vendrá la petición de autonomías menores con todo tipo de rangos.

El Valle de Arán pide libertad respecto a Cataluña, y supongo que Cartagena, que dio tanta barrila cantonal en el último tercio del XIX, hará lo propio con Murcia, y León respecto a Castilla, y Andalucía Oriental de la Occidental, y Álava respecto al País Vasco, y así hasta llegar a la pedanía más insignificante.

Debería levantar la cabeza Pi i Margall para que explicara lo que supuso aquella experiencia cantonal en 1873. Todavía estaría lamentándose del invento, mientras recomendaría a más de uno que repase la historia de España con el fin de no repetir más de un desastre. Menos mal que Europa ahora nos contiene y nos lima la belicosidad primitiva de la que tantas veces hemos hecho gala, esta Europa renacida de las cenizas, pacífica, rica y culta. En sus manos habrá que encomendar nuestro espíritu. Y nuestro futuro.


Baby

 

 

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