La revolta permanent

La “revolución permanente” menuda contradicción, como el Partido Revolucionario Institucional. Se trata de un documental sobre uno de los excepcionales sucesos sangrientos de una Transición ejemplar en lo que atañe al uso de la violencia. Lo protagoniza Lluis Llach, de quien sabía que era separatista, pero no me esperaba que fuera tan extremista:

El documental está diseñado con un tiralíneas ideológico. Por ejemplo, las desafortunadas intervenciones de Martín Villa, y especialmente de Fraga, están perfectamente estudiadas para cubrirles de ignominia. En ese sentido el documentalista quiere ser un Michael Moore a la española, cuyo objetivo "de tiro" es el constitucionalismo en general y el Partido Popular en particular. Sin llegar a decirlo explicitamente –decisión de una inteligencia maquiavélica– el documental es rabiosamente nacionalista, y vincula el catalanismo con el vasquismo y contra la incomprensión de "cuervos y bambis", en palabras de Llach que aluden a populares y socialistas.

¿Sabíais que eso no le impide tener un negocio vinatero en asociación con un notario? La política y los negocios hacen extraños “compañeros de cama”, ¡un cantautor progre y un notario!, y no me refiero a su conocida condición de homosexual:

En pocos años, Lluís Llach ha pasado de cantautor a bodeguero de prestigio. Este músico creó a principios de los años 90, junto al notario Enric Costa, el Celler Vall Lach, una pequeña bodega ubicada en uno de los nueve pueblos que conforman la Denominación de Origen del Priorato, al sur de Cataluña. Para ver el primer vino de esta bodega en el mercado hubo que esperar hasta 2000. Desde entonces, los tres caldos de Llach han tenido una buena acogida entre la crítica especializada.

Siempre es lo mismo con estos progres. El día que los obreros que votan a “la izquierda” sepan con quien se juegan los cuartos cambiará mucho el panorama político de España.