Valores occidentales e identidad europea - 3a. parte (y final)
Para finalizar, paso a resumir los comentarios vertidos durante la mesa redonda que siguió a las exposiciones de José María Aznar y Robert Kagan.
La mesa redonda estaba formada por:
- Robert Kagan, Senior Associate del Instituto Carnegie Endowment for International Peace.
- Rudolf Dolzer, Director del Institute for International Law, de la Universidad de Bonn, ex Director del Servicio de Inteligencia de Alemania
- Franck Debié, Director de la Fondation pour l´Innovation Politique
- Roberto Di Maria, Profesor de Derecho Constitucional, Universidad de Palermo.
- Ana Palacio, Presidenta de la Comisión Mixta del Congreso y del Senado para la UE, ex ministra de Relaciones Exteriores de España.
Roberto Di Maria se preguntó hasta qué punto se pueden restringir las libertades civiles para elevar el nivel de seguridad sin que se pierda el significado de libertad civil. Remarcó que el poder legislativo -en su papel de hacedor de leyes generales- está perdiendo terreno en favor de los problemas políticos, y que el poder judicial, en lugar de aplicar la ley, la está creando a través de sus sentencias, lo que genera una jurisprudencia poco uniforme en temas como guerrilla y terrorismo.
La única forma de garantizar la vigencia de los valores occidentales, radica en garantizar la vigencia del estado de derecho, que se basa en un balance adecuado entre los poderes ejecutivo, legislativo y judicial.
Franck Debié se preguntó qué papel juega el Estado, y cuán lejos estamos los europeos de Washington en temas de política internacional. Puso de manifiesto la debilidad de las Naciones Unidas, al carecer de un servicio de inteligencia y al no tener un poder real para hacer cumplir sus resoluciones, razón por la cual la institución no logra cumplir con sus cometidos.
Destacó que la estrategia común entre Europa y los Estados Unidos en los Balcanes o Africa produjo buenos resultados, y que una estrecha colaboración entre ambos serviría para prevenir la tarea de obstrucción que hoy están realizando Rusia y China.
Dijo que la misión de las Naciones Unidas debe ser más que simplemente mediación preventiva, y que es necesario actualizar el capítulo 7 de la Carta de las Naciones Unidas, porque ha quedado demostrado en el caso de Irak, y ahora en Irán, que el sistema de inspecciones no es suficiente.
También remarcó que es necesario adecuar el sistema de defensa, y que la OTAN debería ser rediseñada.
Rudolf Dolzer hizo referencia a las diferencias culturales entre China y el mundo occidental en temas jurídicos que hacen que -por ejemplo- los chinos no tengan la noción jurídica de contrato que tenemos nostros y que nos viene del derecho romano.
En los últimos 50 años se han producido grandes cambios en el mundo que hacen que el enfoque de la política internacional haya cambiado del principio de no intervención a otros temas como la no proliferación de armas nucleares, la pobreza, el lavado de dinero, el terrorismo. Lamentablemente, para estos nuevos desafíos, las Naciones Unidas no están realizando una labor útil. En los problemas actuales con Corea del Norte e Irán no pueden dar una salida adecuada.
El planteo está entonces no en reconstruir la arquitectura diseñada en 1945, porque los problemas son distintos, sino en encontrar un nuevo consenso transatlántico para poder enfrentar eficazmente los nuevos desafíos.
La pregunta del auditorio fue entonces, ya que Europa no es una institución política ni social, sino tan sólo económica, ¿cómo construir un nuevo consenso transatlántico?
Robert Kagan respondió que los valores comunes nos acercan, pero la forma de transmisión de esos valores es lo que nos aleja.
El proyecto europeo fue motivado por el profundo deseo de paz que surgió después de la Segunda Guerra Mundial, y desde entonces no se han producido "grandes" problemas en Europa, con lo cual, se dio por seguro que así continuarían las cosas.
En los últimos 5 o 7 años se han cometido varios errores en la construcción de la Nueva Europa, pero Kagan confía en que en los próximos 2 o 3 años se produzca una renovación en los gobiernos de los países europeos, y un cambio en la orientación de la política internacional.
El gran desafío de Europa es ocupar el lugar que le corresponde en la historia, y para ello debe basarse en los valores occidentales de libertad individual y estado de derecho, que son compartidos con Estados Unidos.
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